“No temo al enemigo, temo a la democracia: De sus adentros brotará la anarquía. Ni siquiera los dictadores la soportarán.”
Sócrates.
México atraviesa por una situación por demás crítica en toda área sociológica. Por doquier encontramos daños irreparables y pérdidas que pasarán decenas de años para que los mexicanos puedan solventar.
En condiciones verdaderamente cuestionables, entramos a un periodo de tiempo por demás difícil para toda la sociedad mexicana. Y entre los espacios personales que mayor atención debemos aplicar, después de procurarnos seguridad en nuestra integridad personal y familiar, tenemos la taréa más difícil: la de elegir nuevo Presidente para nuestro país que se encuentra dentro del más hondo paraje sin precedente en nuestra historia.
En nombre de La Democracia, desde 1929, cada seis años hemos puesto nuestras esperanzas en candidatos que pensamos eran verticales, gobiernos que iban a trabajar para y con el pueblo. Y no para entregar nuestra soberanía a las potencias piratas que saquean países en subdesarrollo.
¿En donde quedó la aplicación de La Democracia?…Demos-Crato –del griego- significa “Cuidar al país”…Solón (638 a.c -558 a.c )
Después de seguir el mismo ritmo que nos marcan estos gobernantes, sexenio tras sexenio: encontramos algo que nadie lo puede negar: Una sociedad disgregada, desconfiada y agresiva en alto nivel de apatía. Con crisis alimenticia, crisis de empleo, con moneda de plástico y con alto índice de suicidios y de asesinatos por doquier. Reconozcámoslo.
Que la crisis es global…¡por supuesto!, todos los sabemos. Pero eso no soslaya las formas tan degradantes que han utilizado nuestros gobiernos para saquear a uno de los países más ricos en biodiversidad y bioenergéticos en el mundo, pisoteando la dignidad y minimizando el poder de sobrevivencia de todos los mexicanos.
No los remitiré algún gobernante en especial, cada uno de nosotros sabemos las magnitudes de daños que hizo este, aquél y el otro.
Hace varios años que no pasaba tanto tiempo en mi país, como los últimos meses. Tiempo en el que he estado respirando, a flor de piel, la desesperación de mi pueblo, así como la falta de pudor en que veo desplazándose a nuestros gobernantes.
Cuestionándome a mí misma, muy profundamente, sobre “el cómo todos los mexicanos unidos podemos revertir la condena en que nos han sumergido” situación que nos ha llevado a ser un país mucho menos que mediocre, pobre y bárbaro, sabemos que nuestra educación no existe. Ningún fehaciente podrá demostrar lo contrario.
Así pues, el intento de concisar nuestra situación, me remitió, no solamente mis experiencias personales como ciudadana, también a recordar estudios y anotaciones literarias que he llevado durante varios años, incluyendo conversaciones sobre este tema que tuve en varias ocasiones con mi amigo post-mórtem Adolfo Aguilar Zínser.
Y llegué a la más sencilla y simple conclusión: “En nombre de La Democracia hemos creado dictadores”, y como tal se han pronunciado, siguen condenando el destino del país…. Será fácil encadenar a la gente con chocolate, para meterla en una jaula democrática. Dijo Platón.
La única salida que podría arrancar a México de la reiteración de gobiernos voraces de poder que siguen bloqueando capacidad en el pensar del mexicano, se encuentra en dejar atrás la democracia que supuestamente aplican y que “funcionó” hasta mediados del siglo XX cuando empezó a cojear.
Ya en 1968 se demostró que no existía en lo absoluto. Y en los últimos 30 años empezó a ser una verdadera anarquía, aunque no deseemos verlo, esa es nuestra realidad. Todos los gobiernos que hemos tenido, han evidenciado galopantemente la pérdida de la lógica, una y otra vez, han aplicado patrones de conducta no solamente anquilosados, sino inmensurablemente inservibles.
Habrá algunos que levanten la mano indicando que han creado esto o aquello, pero los resultados positivos ¿para quiénes han sido? Basta contemplar, objetivamente, la situación en que se encuentra nuestro país para darse cuenta.
A ello se debe el término Democracia se haya vuelto motivo de burla entre los jóvenes de todo el mundo, especialmente en la juventud latinoamericana. Es ya lugar común escuchar por doquier que la democracia no existe.
Con el dinero del pueblo compran conciencias, reparten cargos públicos ¡que son claves para el progreso de México!… O al primo, al yerno, al que le dio apoyo político, al que le dio un dinero para su campaña, pagando favores con el dinero del erario, quebrantando así una y otra vez, la sobrevivencia del pueblo. El mismo mexicano ya está inmerso en reflejo condicionado, repitiendo el mismo ciclo. Sabe que será engañado y vuelve a votar.
Considero que si seguimos en esta inercia, heredada del milenio pasado, del silgo pasado y de la última era, esto nunca se acabará. Sólo terminará hasta que los mexicanos lo queramos, hasta que sepamos cómo cambiar esta apatía de seguir como caballos con anteojeras que impiden ver hacia los lados, donde habitan millones de seres marginados.
Sin contar los que viven en coladeras y bajo los concretos de las calles: lo que ya ni siquiera tienen margen alguno.
¿Cómo es que les dan el Poder de Voto al mayor número de analfabetos?? Los que no conocen ni su abecedario, no saben lo que su voto significa y son comprado por unos cuantos kilos de comida. Esto todos los sabemos.
Basta con ver de frente la situación en que se encuentra la mayoría de los mexicanos para mirar que “La visión completa de este panorama es una alarma de pavor” que nos está exigiendo adoptar una nueva cultura para la sobrevivencia del habitante.
Si no cambiamos todos los mexicanos el cliché de cómo elegir a nuestros gobernantes y que no sean ellos los que se elijan a ellos mismos, este país estará condenado a seguir muriendo. No solamente en pérdida de soberanía, sino incluyendo toda su área sociológica.
Afortunadamente quedan mexicanos pensantes que saben que debemos pasar de victimados a originadores, la historia nos lo está exigiendo. ¡Todos somos México!
Y ¡así es!: Sólo los mexicanos, serémos los que tendrémos que originar el nuevo sistema que habrá de gobernar nuestro país.
La actual sociedad mexicana tiene todas las posibilidades de ser el puente para llegar a ello. No hay necesidad de explicitarlo a los lectores, simplemente aceptemos con suficiente objetividad que ya nos es imperativo abandonar patrones de conducta que nos han anquilosado y condicionado claridad de vision en nuestra mayoría.
¡Ni siquiera pensemos que los mexicanos se levanten en armas o provoquen una revolución!!, “porque los más son pobres, los menos ricos y por axioma, tarde o temprano la mayoría se come a la minoría”.. Sería acto bárbaro muy posible, si no actuamos a tiempo. Y digo posible por que nuestros gobiernos se han dedicado a sembrar el salvajismo, que no gente civilizada.
La forma más pacífica y mayormente segura para lograr poco a poco una real transformación “para tener un gobierno decente”, estriba en que todos los mexicanos exijamos, de manera moderada, a los tres candidatos que queden electos para contender por Nuestra Presidencia que: Para obtener nuestro voto, antes de tomar El Poder, frente a todo México, nombren su gabinete de tal manera que cada una de las figuras de su preferencia sea docto en la materia que le asignen a ejercer. Que haya sido reconocido por la sociedad anteriormente y que sus certificados en grados educativos sean fehacientes. La única forma de darle apertura a la Nueva Cultura del ciudadano mexicano, es el aplicar el Sistema de Meritocracia.
Para empezar este sistema meritocrático, deberá aplicarse a todas y cada una de las figuras mayormente dignas, que consideremos suficientemente responsables y decentes para el cargo asignado.
Un cargo público de suma importancia como el de un Procurador General de Justicia de la Nación, debería tener por lo menos un doctorado en leyes, nada inferior a eso. Ser elegido por sus conocimientos, aplicación y mérito en materia de jurisprudencia. Todas y cada una de las figuras que designen a cargos públicos -salarios que paga el pueblo por servirlo-, deberán mostrar que han trabajado con méritos reconocidos en la materia asignada.
Si es asignado un Secretario de Cultura, que sea una persona letrada, culta y con honores fehacientes en la materia. Sin soslayar, en este ramo la gama del arte: puede ser un escritor, un pintor, un escultor, un poeta reconocido… Un Secretario de Relaciones Exteriores, mínimo debe haber profesado maestrías en Relaciones “Internacionales”, ser catedrático sobre la materia en varias universidades de nuestros continentes, simplemente para que tengamos un ministro que entienda históricamente orígenes culturales y en especial nuestras culturas ancestrales mexicanas. Con alto índice intelectual, no sólo para poder equilibrar nuestras Relaciones Exteriores ante el mundo sino para documentar a sus colegas, sobre la importancia histórica que legaron al mundo nuestras culturas ancestrales.
Y por supuesto, cada uno de los elegidos -no sólo para cargos del gabinete presidencial, sino desde la línea del primer poder piramidal hacia abajo-, antes de tomar cargo deberá declarar el monto de su patrimonio, así como comprobar fehacientemente, frente al pueblo, que ese patrimonio no proviene de ejercicios ilícitos o manejos fantasmas.
No estaría por demás requerir que un prestigiado constitucionalista pudiese asesorar al Presidente sobre original innovación para corregir tantos cambios que, en las últimas décadas, los truhanes de la política le han endilgado a nuestra Carta Magna.
Que el servidor público elegido por el Presidente electo, no tenga antecedentes penales, ni haya sido señalado socialmente por sospecha de hechos ilícitos, que no haya sido un ente cuestionable, mucho menos que tenga demandas congeladas.
Esto “solamente todos los mexicanos unidos”, podemos exigirlo. Obviamente ninguno de los candidatos que llegue a ser elegido propondrá que el pueblo le absuelva a los que elija en cargos públicos.
Somos nosotros la solución, no son ellos los que solucionarán. Somos nosotros los que tenemos el deber de dárles la solución. Y he aquí lo sencillo de esta propuesta.
Ya no tenemos tiempo de seguir amordazados por el miedo de qué dirán, qué me van hacer, qué perderé, qué me van a quitar.
Los que piensen que este planteamiento es una utopía, no solamente pueden estar más que equivocados sino que, de antemano está viendo a todo su pueblo ya derrotado, y condenado a la resignación. Si no escuhamos el clamor de nuestra tierra, seguirémos rodeados de dementes originados por tanto analfabetismo provocado intencionalmente por los que dominan nuestro país.
Por favor “No piensen que es imposible”. Ya hemos precenciado que hasta lo imposible es posible. Y es a este adjetivo que debemos adoptar.., para actuar de inmediato.
Los mismos que se están candidateando tienen muy en claro en qué circunstancias recibirán al país. Aún que los veamos en campaña rodeados de gente indeseable, legalmente cuestionable y señalada por el pueblo por negros antecedentes. Deseo pensar que son ellos los que buscan el voto de nuestra confianza.
Estoy absolutamente cierta de que los tres candidatos contemplarán esta propuesta si el pueblo mexicano lo plantea enérgicamente y con ímpetu: todos unidos.
Será entonces cuando ellos entenderán que es la única opción que tienen para que el pueblo crea en ellos y les entregue su voto.
Observación:
El candidato que acepte este planteamiento del pueblo, sabe que dará el primer paso para cambiar la condición empantanada en la que recibe al país.
Ya no es cuestión de que esperemos a ver si el candidato por el que votamos cumple lo que nos prometió, es cuestión de abrir los ojos y “mirar cómo está nuestro país” para entender que, serémos sólo nosotros los que podemos cambiar esta condenación.
No vamos a preguntarles qué pueden hacer por nosotros, le diremos qué es lo que nosotros podemos hacer por todos los mexicanos: Sin violencias y sin ningún tipo de colapsos… Simplemente se trata de aportarles una salida de conocimiento y reflexión mexicana: Hay mucha ignorancia en los cuatro poderes…Estamos obligados a ayudárlos, ayudándonos.
Así nosotros sabremos quién será el que tenga verdadera profesión de servicio… Tenemos más que evidenciado que “El que no vive para servir, no sirve para vivir”
Si somos fieles a nuestra historia, y a nuestro actual presente, sabremos cómo descifrar el futuro que deseamos para los hijos de los hijos de nuestros hijos.
Julie Furlong