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AL VUELO-Catrinas

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Por Pegaso
Andaba yo volando ayer tarde allá, por el rumbo de la calle peatonal Hidalgo, ya que en esos momentos se celebraba un certamen de «catrinas» y «catrinos» convocado por la Cámara Nacional de Comercio.

Disfrazados como el personaje de Posadas-calaveras elegantemente ataviadas, vestidas de negro con coloridos adornos-, los participantes desfilaron a lo largo de la calle hasta llegar a la plaza principal, donde se realizó la exhibición y el concurso.

Ganó una señorita que vistió un traje confeccionado con bolsas de plástico reciclado, con un elaborado maquillaje de calavera y vistosos aditamentos.

Participaron también algunas niñas pequeñas, que hicieron la delicia de espectadores y jueces.

Como sinodales estuvieron entre otros, el payasito Aléalé, el maestrazo Miguel Ancona y el no menos entusiasta líder de los veracruzanos, Patricio Mora.

A un ladito de la mesa de calificaciones estaba, por supuesto, Mario López, el Presidente de la Cámara de Comercio y la señora Lety Cisneros, Vicepresidenta del mismo organismo, cuidando que todo se llevara a cabo en perfecto orden, como efectivamente ocurrió.

En toda la plaza principal se vivió un día de fiesta popular en torno al tema de la muerte.

Hubo fastuosos altares dedicados a los que se nos adelantaron en el camino. don Lupito López dedicó el suyo a don Juanito Granados, aquel que decía en los desfiles del 20 de Noviembre, cuando aparecían las guapas estudiantes en las tablas rítmicas: «¡Muchachos de Reynosaaaa!»; otras instituciones o negocios optaron por personajes históricos, como Frida Kalho, Beethoven, Chespirito, el Juanga y hasta una mascota.

Las organizaciones de periodistas, la UPD y la Red de Mujeres, hicieron su luchita y construyeron un bonito retablo para recordar a los compañeros fallecidos.

A un ladito de los altares, sobre la calle Hidalgo, se colocó una camioneta particular con varios monigotes grotescos que fueron la delicia de los chavos y no tan chavos.

La gente se acercaba para tomarse fotos con tales personajes, más bien relacionados con la festividad de Halloween que con el Día de Muertos.

Y aunque revestido de tradición, todo esto ha sido materia de estudio para los psicólogos y sociólogos. ¿Por qué el mexicano se ríe de la muerte?

Un estimado amigo, especialista en psicoterapia y Gestalt, César Hinojosa, me comentó que los temas relacionados con la muerte y el miedo nos fascinan porque sentimos curiosidad por lo
desconocido.

Y el mexicano ha encontrado que la mejor manera de manejar ese temor es precisamente canalizándolo hacia el humor, hacia la risa.

Es así como el caricaturista mexicano José Guadalupe Posada dibujó en una ocasión una calavera vestida con elegante ropaje de dama de sociedad, un sombrero ancho con muchas plumas y ricos adornos en el cuello. De esa forma surgió la «catrina», personaje adoptado por los mexicanos como una forma de burlarse de la muerte y ahora considerada Patrimonio de la Humanidad, junto con la festividad mexicana a los muertos.

La cruda realidad es que la muerte no tiene no tiene nada de chistoso.

Aquí, en Reynosa, vivimos diariamente oliendo su presencia. En cualquier momento que vayamos por la calle puede pasar un raudo vehículo perseguido por elementos de la Marina o del Ejército, balacéandose entre ellos mientras nosotros quedamos en medio del fuego cruzado.

Aquí, diariamente muere gente. Los ciudadanos comunes y corrientes sólo nos enteramos cuando hay incidentes realmente graves, pero todos los días se libran batallas entre delincuentes y fuerzas federales.

Niños, adolescentes, caen abatidos por balas de 50 milímetros que los dejan irreconocibles.

Nos burlamos de la muerte, pero cuando estamos frente a ella se nos arruga el cu…tis, y en lugar de reir nos ponemos a llorar o a rezar.

Nos quedamos con el refrán estilo Pegaso: «El personaje que simboliza el cese de la vida me muestra la dentadura». (La muerte me pela los dientes).

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