De Repecos a Régimen de Incorporación Fiscal o de malo a pésimo

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José Manuel Gómez Porchini

/ México debe salir adelante

jmgomezporchini@gmail.com/

Un día, hace algún tiempo, a un genio de esos que tenemos en la Secretaría de Hacienda, se le ocurrió que los pequeños comerciantes pagaran impuestos y entonces, inventaron los Repecos o Régimen de Pequeños Contribuyentes, nombre y medida que inventaron para según ellos, introducir a la legalidad a los vendedores ambulantes, a los puestos fijos y semifijos, a los estanquillos y en suma, a aquellos que, sin tener bienes de fortuna o capital de trabajo, han hecho del comercio en ínfima escala su modo de vida.

Es legítimo, es decente y es parte del esfuerzo de la vida por salir adelante. El dueño del pequeño negocio se desvela para cubrir los compromisos contraídos, se levanta antes que sol y que el gallo para estar a tiempo, pues su venta es cuando entran los obreros a la fábrica y ellos, llegan a las seis y media de la mañana, así que él debe estar cuando menos, una hora antes.

También, el de la tienda de la esquina, el del estanquillo del ingenioso nombre “Las quince letras”, (cuéntelas, por favor), que siempre ha sido el pilar de las viudas del barrio, pues es el único que les fía, que escucha las quejas de sus clientes, que se entera de la vida, obra y milagros de todos en el rumbo sin necesidad de esa cosa llamada Facebook, ahora está en problemas. Obvio, es un hombre o mujer en la mayoría de los casos de más de 40 años, que nunca ha usado una computadora y que de pagar impuestos solo sabe que le llegó una orden de Hacienda o de alguien de que cada mes debe pagar una cantidad fija al gobierno, que no entiende muy bien por qué ha de cubrir impuestos pero lo acata, ese ser humano que pareciera no tener derechos ni humanos ni de ningún tipo, ahora es conminado de pronto a llevar inventarios (urge saber cuántos carretes de hilo color rojo, blanco, azul y de todos colores tiene), a manejar una computadora para emitir facturas electrónicas y “tirar” una nómina también electrónica, pues si no lo hace así, no podrá deducir el gasto, necesita tener un email que por más que se esfuerza no logra entender cómo un señor que no existe le va a llevar una carta que no existe a un buzón que no existe y que él la va a poder ver en la pantalla, que es lo único real que puede entender. El término virtual le es absolutamente desconocido. Internet también, así como palabras que parecen sacadas de un cuento de horror egipcio: criptas y cosas así.

Lo cierto es que desde siempre, la forma de cobrar impuestos a los Repecos fue declarada inconstitucional y por tanto, cualquier negocio con ese régimen fiscal, podía presentar un amparo y quedaba fuera de la obligación de tributar. Así, varias empresas de gran envergadura, dadas de alta como Repecos, han medrado a costas del gobierno por su mala forma de recaudar impuestos.

Ahora, cambian la situación de los Repecos, los convierten en Régimen de Incorporación Fiscal, los obligan a llevar inventarios, a expedir facturas electrónicas y muchas cosas más, que para mi amigo Chano, el de los tacos, son puras tonterías. Aclaro, él usa el lenguaje del pueblo y por ende, usó otra palabra. Yo utilicé un eufemismo.

Y me dijo: mire licenciado, que vengan y me cierren el puesto de tacos. Ni modo, me dedicaré a otra cosa. ¿Cómo quieren que lleve inventarios, si lo que compro son kilos de tortillas y unos cuantos nada más? Los guisos los hacen en casa y no tengo “padrón de proveedores”. Yo mismo voy y compro lo que necesito.

Y por eso escribo esta nota. Como una forma de manifestarse y hacer saber a los del gobierno que la gente no quiere que la clasifiquen como delincuentes pero tampoco pueden cumplir una norma injusta, una ley que va en contra de los intereses de la gente.

Además y esto ya es contribución mía. Puede más una gota de miel que un kilo de hiel, dice el refrán. Si el Gobierno le ofrece a la gente que a cambio de que paguen impuestos al comprar, les va a otorgar seguridad social: pensión, servicio médico, medicinas, acceso a recreación, guarderías y todo lo demás, tenga usted por seguro que la gente pediría que la operación quedara registrada. La gente sabe lo que le conviene y lo que no. Eso es lo que he venido proponiendo con el Impuesto de Aportación de Seguridad Social Indirecto que usted ya conoce.

Por eso, lo que plantea el gobierno, de que la señora de los chicles expida factura y el de los billetes de lotería tenga su listado de proveedores, que el señor que vende las gorditas de harina fuera de la fábrica deba llevar control de los kilos de harina que compra, con registros de los refrescos (ya ve que ahora las refresqueras están obligadas a denunciar a quienes les compren más de una caja, pues así se presume que van a obtener ganancias sujetas a impuestos) y todos los controles ya instalados.

Me resta comentarle que todos los pequeños comerciantes con quienes he platicado me han dicho que no piensan cumplir con lo impuesto por el gobierno. Todos me preguntan que cómo pueden sumarse a la insurgencia que ya campea en el país y yo, aún no tengo respuesta.

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