Entre los vecinos del barrio de clase media en la que pasé mi infancia, en la colonia Ribereña de Reynosa, abundaban las familias petroleras.
En el pequeño universo donde me movía de chamaco, había hijos de perforadores, transportistas, changos, malacateros, operarios de primera y segunda, trabajadores administrativos, sindicalistas, empleados del hospital e incluso un superintendente residió a escasas dos cuadras de la casa familiar.
Con todo y tener entre mis amigos de la infancia a varios hijos de trabajadores de Petróleos Mexicanos, resulta que la paraestatal, sus instalaciones, su grilla interna, su dinámica, su identidad, sus valores y su esencia, eran, y sigue siendo hasta la fecha, un enigma para mi.
Para bien y para mal, con mucho de lo bueno que han aportado a la sociedad de Reynosa, aunque sin ignorar algunos detalles negativos propios del bagaje petrolífero, la familia petrolera ha enriquecido en muchos aspectos a la sociedad reynosense, a la cultura y las tradiciones de nuestro municipio.
Por eso me da mucho gusto ver el monumento que en honor de los trabajadores petroleros se ha instalado en el punto donde intersecta la carretera a Río Bravo con el libramiento que conecta a esta vía con la carretera a Monterrey.
Frente a la Unidad Deportiva Solidaridad, hoy se puede apreciar un monumento compuesto por una tercia de obreros petroleros, inmortalizados en el momento de cumplir con las faenas propias de su labor, en la tarea de ensamblar tuberías desde la plataforma que remata por lo alto a las torres de perforación.
A la vista de esta interesante escultura, que desde hoy arriesgo mi pronostico en el sentido de que será uno de los iconos de Reynosa, cobran sentido las expresiones de mis amigos petroleros, esos que ingresaron a laborar a PEMEX siendo aun adolescentes: “La avientas, la jalas la estiras y la socas”, decían mis amigos petroleros… y hoy se que se referían a la tubería y al justo momento que se plasmó en el monumento en cuestión.
La tercia de trabajadores petroleros, de concreto o de metal, que conforman el conjunto escultórico recién instalado frente al espejo de agua de la laguna La Escondida, le dan sentido a la expresión de mis amigos petroleros, esos que con orgullo se insertaron en plena adolescencia en el ambito laboral, y se dedicaron por muchos años a generar riqueza, obteniendo los tesoros energéticos del subsuelo de nuestra región.
Me parece un gran acierto de las autoridades de PEMEX y del gobierno municipal, que es quien propone los proyectos y las inversiones sociales a la paraestatal en la región.
Desde esta modesta tribuna expreso mi reconocimiento al presidente municipal de mi pueblo, Everardo Villarreal Salinas por esta gran idea de proponerle a los directivos de PEMEX, una inversión para homenajear y reconocer el trabajo y la aportación que realizan los petroleros al engrandecimiento de nuestra patria chica.
Concluyo replanteando un proyecto que hace muchos años compartí con algunos reynosenses integrantes y/o dirigentes de las organizaciones sociales de mi municipio, para construir un museo de la industria petrolera en Reynosa, que seria complemento de este excelente obra que recientemente nos obsequiaron PEMEX y el gobierno municipal de Reynosa.