Alejandro de Anda
CLAROSCURO
“A fin de cuentas, la humanidad no es nada más que un sándwich de carne entre el cielo y la Tierra” Mafalda.
LO CLARO. No existen seres humanos de primera o de segunda. No habría entonces, diferenciación para impartir o recibir instrucción que le prepare a éste para la vida.
Así lo refieren en la Reducción de Desigualdades de la Agenda 20-30 que encabeza la Organización de las Naciones Unidas ONU y que es base rectora para la instrucción académica de la Universidad Autónoma de Tamaulipas.
Referente nacional en el fortalecimiento de inclusión educativa para alumnos con capacidades diferentes.
A través del programa ConectadODS promueven la inclusión social que permita acceder a herramientas de mejora para su desarrollo, como la movilidad estudiantil y acceso a programas de posgrado entre otros.
LO OSCURO. Hoy hablaremos del ‘Dogma’ desde dos puntos de vista distintos. Esperamos no ser confusos.
El dogma es en esencia la creencia absoluta de una religión, que no puede ponerse en duda por nada ni por nadie.
Caso primero.
Trasciende hasta nuestros días, la rica cultura gastronómica que da hegemonía a nuestro país en el mundo. Siendo –como somos- patrimonio de la humanidad.
De ahí que uno de los platillos por excelencia reconocidos internacionalmente, es el Tamal zacahuil que se prepara en la huasteca, región cercana a la costa del Golfo de México.
Pues ahí tiene, que la tradición señala que esta costumbre se convierte en platillo por los años 1460’s, cuando un recaudador de impuestos era enviado por Moctezuma o Montecuzoma y aprovechado de su investidura también se despachaba mancillando honras de jovencitas de los pueblos subyugados.
Tal fue la ira acumulada de aquellas tribus por años que cuando los mexicas se vieron derrotados, el pueblo tarasco hicieron uso de su venganza en el cuerpo del violador.
Aquél terminó cercenado y cocido en masa, envuelto en tamales gigantes convirtiéndolo en carne enchilada con hojas de plátano y papatla.
El dogma ritual prevalece y hoy lo disfrutamos, en forma de tamal contra los violadores.
El segundo enfoque.
La institución religiosa más antigua del mundo está en la figura de la iglesia católica, creada por Constantino a través del Primer Concilio Ecuménico en 325 d.C. en la ciudad de Nicea, Turquía.
Sus principios fundamentales –además de profesar el amor al prójimo y proclamar la existencia de un sólo Dios- también consideraban el erradicar lo que consideraban malas prácticas en la conducta moral de los hombres (y mujeres).
Hasta aquí la historia.
El Supremo representante hoy de esta comunidad que alberga a mil trescientos millones de seres humanos bautizados por toda la faz de la Tierra, es Francisco I.
Y en un discurso digamos… ‘liberal’ que contradice los criterios impuestos por dos mil años, señala que, en relación a la unión de personas del mismo sexo “Son hijos de Dios, tienen derecho a una familia. No se puede echar de la familia a nadie ni hacerle la vida imposible por esto. Lo que debemos crear es una ley sobre las uniones civiles. De este modo los homosexuales tendrían una cobertura legal”. Punto.
Una guerra de reconocimiento que lleva más que la existencia de todas las religiones juntas, hoy ve el apoyo de un clérigo libertario de ideas.
A pesar de no encontrar del todo el pleno reconocimiento de la Santa Sede, el impulso ‘civil’ que manifiesta al abatimiento de este dogma milenial por parte del Santo varón, dará espacios para que la iglesia atraiga más feligreses que ya no tenía.
La iglesia se adapta a los cambios sociales. Así se adaptaría la cultura novohispana a comer tamales sin hacerles gestos…
Reingeniería humana.
COLOFÓN: “¡Tlanque cualantli!” gritaban las mujeres que comían el tamal (¡se acabó el problema!).
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