La venta ilegal de pescados de la Laguna del Carpintero es una realidad, cada pez es comercializado hasta en diez pesos.
Las especies que habitan en el cuerpo de agua del centro de Tampico son atrapadas por diversas personas que se dedican a la pesca furtiva, ya sea por negocio o necesidad, ellos saben que está prohibido comercializar los animales de este lugar, por reglas judiciales, ambientales y de salud.
A las tres de la tarde en el caluroso Tampico, la actividad es normal en la Laguna del Carpintero, gente en bicicleta, enamorados y transeúntes son quienes rondan el puente que une el boulevard perimetral con el Centro de Convenciones.
Ahí, justo a la mitad del puente, están dos jóvenes pescando en la laguna más popular del sur de Tamaulipas por sus cocodrilos.
El calor se siente a todo lo que da, más por el reflejo del sol en el cuerpo de agua, el pescador lo sabe porque se queja de la temperatura mientras acomoda su atarraya de más de 4 metros de diámetro, sostenida por barras de plomo y un mecate tipo tendedero para tirarlo a la laguna.
El otro joven, un amigo del pescador, se mantiene pendiente de lo que su compañero atrapa y también de que no aparezca la autoridad.
Los jóvenes ya tienen en el puente una cubeta llena con varias especies como mojarra rayada, mojarra tilapia, plateada, churra, lebrancha, hasta jaibas; la cubeta está pesada.
Dialogan entre ellos: “ya teníamos rato que nada, nomás nos venimos a este lado (en medio del puente) y salieron más, estuvimos quince minutos de aquel lado (del Centro de Convenciones), pero aquí están más grandes”, comentan mientras dan a conocer que pueden estar hasta tres horas pescando en este lugar.
El joven pescador acomoda la atarraya, sostiene una parte con la boca mientras la desenreda con sus manos, se acomoda; “dame chance”, dice, y tira la red al agua, la cual se hunde rápido; no pasan 3 minutos y jala de vuelta la trampa, ya atrapó cuatro pescados, dos grandes, uno mediano y otro pequeño; los echa a la cubeta.
Se les nota concentrados en la pesca, también vigilan que no pasen los policías, se escuchan ‘sirenas’ a lo lejos pero no les preocupa.
Lanza una y otra vez la red, de las cuales tres de cinco veces que lo hace logra atrapar pescados.
La gente que circula por el puente de la laguna lo hace con cierto dejo de curiosidad y morbo, pues a pesar de que se sorprenden de ver la cantidad de peces que han atrapado, saben que lo que hacen los pescadores va contra la ley.
El joven que carga la atarraya recorre casi de extremo a extremo el puente, intentando en varias áreas atrapar más producto.
¿Este pescado dónde lo venden?, se les cuestiona, a lo que responden con otra pregunta: “¿el de nosotros o en la Puntilla?”; no dicen a qué partes llevan el producto atrapado pero sí señalan que lo logran vender a las personas que circulan por el puente, no tienen un precio fijo.
Ya son casi las tres y media de la tarde, hasta el momento los jóvenes tienen más de 25 pescados en su poder, de todos los tamaños y pesos, pero su trabajo aún no termina.
Por allá había unos oficiales en una patrulla, se les dice, y ellos cuestionan: “¿eran verdes o blancas las patrullas?” –verdes, se les responde, a lo que los jóvenes con el tono menos preocupado dicen: “ah no, entonces no pasa nada, el problema es con las blancas”; solo entre los pescadores se entienden.
“Ya quiero que venga mi camarada con la bicicleta para llevarme la cubeta, está bien pesada”, exclama el joven de la atarraya quien continúa pescando, mientras las personas que caminan por el puente de madera tratan de no hacer caso a lo que están haciendo.
“Nomás pasan y ven los pescados pero no son para comprar”, reclama uno de los pescadores.
Ya con menos prisa, porque tienen lo que se puede considerar “una buena pesca”, se les ofrece a los jóvenes 50 pesos.
¿Qué me alcanza con 50 pesos?, los pescadores responden: “¿sí vas a comprar pescado?, sí pues ahorita te damos de los que vayan saliendo para que te los lleves frescos y también de la cubeta, uno grandote”.
“Pero no tengo bolsa, ¿tú traes bolsa?”, pregunta y responde, “espérame, voy a buscar una bolsa enfrente”.
El pescador regresa con un plástico y echa cinco pescados, una mojarra plateada de 45 centímetros, tres tilapias medianas y una mojarra rayada, todo por 50 pesos, aunque quería ponerle más a la bolsa.
Ya son las cuatro de la tarde y es hora de que los pescadores furtivos partan, ya llegó la bicicleta para poder aguantar la cubeta llena de especies de la Laguna del Carpintero.
¿Cuándo los vuelvo a encontrar por si quiero más pescado?, se les cuestiona; “pues todos los días aquí estamos”, responde el muchacho mientras coloca su cubeta repleta de captura y la sujeta en el manubrio de la bicicleta, se sube en ella, cruza el boulevard perimetral y se pierde entre las calles de la colonia Barandillas.
Lo cierto es que la pesca furtiva existe y las autoridades conocen del problema, incluso desde marzo de este año donde la alcaldesa Magdalena Peraza, dijo que la ley establece cárcel para quien sea sorprendido realizando este acto ilegal.
La misma mandataria municipal declaró ser testigo de la pesca furtiva mientras estaba en un recorrido en lancha, donde se percató de personas pescando cerca del Canal de la Cortadura, también notó del corte de mangle en algunos sectores.
“Vamos a estar muy pendiente de ello, vamos a coordinarnos en ese sentido, para que se establezca vigilancia y de esta manera evitemos la pesca y que sigan cortando el mangle, que está prohibido por Ley”, recalcó Magdalena Peraza, quien argumentó que la pesca ilegal se hace de madrugada, aunque la realidad es que también se realiza en pleno día.
Otro funcionario que tocó el tema fue Marcelino Cisneros, de la Comisión de Ecología del Cabildo de Tampico, ya que en el mes de julio externó que se activaría la vigilancia permanente en la Laguna del Carpintero para detener esta actividad ilegal, ya que abundan las denuncias por estos casos.
La vigilancia no se ha activado en este paseo turístico, ya que los polimilitares rondan las calles pero no pueden atenerse a un solo sitio, es así como la pesca furtiva prospera, se comercializan las especies de la laguna con el riesgo latente de que se generen problemas graves de salud.
Fuente: Milenio