Hoy quiero comentar con usted, mi querido lector, una serie de palabras que pudieran parecerse, que incluso se utilizan como sinónimas pero que en realidad, tienen grandes diferencias. Ojalá logre transmitir lo que siento, ojalá logre hacerle llegar lo que tengo en mente. Empezamos.
Educación. Instrucción. Conocimientos. Pensamientos. Capacitación y Adiestramiento. Competencias para la vida.
Creo que si logramos entender los anteriores términos, habremos dado un gran paso.
Una persona que es atenta, que es muy formal, que incluso es refinada en sus gustos y maneras de ser, se le dice educada. Que salude al llegar, que se despida al retirarse, que ceda la acera a damas y niños, que sea acomedido, es una persona educada. “Muy educadito”, diría la gente de antes. Eso no quiere decir que sirva para la vida ni que sea capaz de pensar, tampoco que tenga instrucción académica ni mucho menos, que pueda resolver un problema.
Por otra parte, tenemos al instruido, al que ostenta un grado de doctor en ciencias, es decir, que es docto o profundo conocedor de un tema, pero que tranquilamente puede ser un patán o un majadero o peor aún, un pillo de siete suelas. Por cierto, he conocido algunos con grado de doctor que deberían estar recluidos de por vida. Con eso he dicho todo.
Un burro, asno o pollino, como usted guste llamarle, cargado de libros, con una enciclopedia a cuestas y dos o tres computadoras con todos los sistemas operativos, podrá tener todo el conocimiento del mundo, pero es incapaz de generar una idea o más aún, de pensar. No resuelve ni dos más dos, con todo el conocimiento que carga.
El pensamiento es la llave que abre los secretos del mundo. Pero necesita un aliado indispensable: la acción. Una idea, un pensamiento que se queda en la mente de su creador, resulta estéril, no da frutos y logra hacer que quien lo genera, se seque por dentro si no logra concretarlo. De ahí la importancia de la frase: el genio es un uno por ciento de inteligencia y un noventa y nueve por ciento de tenacidad. La acción como forma de vida.
Capacitación y adiestramiento. En el México en que vivimos, estas palabras viven juntas, pues así lo determinó la Ley Federal del Trabajo en su Capítulo III Bis, artículo 153 incisos del –A al –X, en los que se detallan cómo, cuándo, por quién y todo lo relativo a la capacitación y adiestramiento, sin especificarlo a detalle.
De hecho, se colige que la capacitación es la que se imparte para poder desempeñar un puesto de trabajo y el adiestramiento implica “volver diestro” a quien lo recibe, para realizar una función determinada.
En el inciso –B, se establece a cargo del patrón cubrir las cuotas respectivas a la capacitación y adiestramiento, pues si en el inciso –A se asienta el derecho a favor de los trabajadores y la obligación a cargo del patrón de la capacitación y adiestramiento, en los casos en los que el patrón no está en posibilidad de proporcionarlos directamente con sus propios recursos y opta por la contratación de terceros para ello, la propia ley laboral le impone al patrón la obligación de cubrir dichas cuotas.
Por supuesto, la ley laboral exige que las empresas que brinden capacitación y adiestramiento estén autorizadas y registradas por la propia Secretaría del Trabajo y Previsión Social. Cabe aclarar que la mayoría de las empresas que se anuncian como capacitadoras, carecen de dicho registro.
Sólo me resta referirme a la última de las expresiones asentadas: competencias para la vida.
En Europa, hace algunos años, se impuso como moda, como tendencia, el enfoque por competencias para el manejo de la educación y México, que siempre trata de ir a la vanguardia, sobre todo cuando importar un producto deja grandes beneficios, buscó traer a nuestro país el sistema de competencias y lo ha implementado como obligatorio en los niveles de preescolar y hasta bachillerato.
Sin embargo, es preciso reconocer que en Europa, a pesar de los esfuerzos de sus panegíricos, de quienes se han desgañitado ensalzando sus virtudes, la educación basada en competencias ha quedado en desuso. Ha sido superada por la realidad de que la educación es un asunto que no sólo ha de enfocarse desde el punto de vista de la institución educativa, pues debe comprender la amplísima gama multifactorial que incide en sus resultados.
Aquí, me topé con un Docto en educación, es decir, con un experto en la materia, que no fue capaz de explicarme una definición que no le pedí, que él sólo empezó a desmembrar y luego no supo cómo corregir su yerro. Yo tengo la fortuna de que esa expresión, la conocí desde niño gracias a mi familia, a mis padres y la he aplicado a lo largo de mi vida. La he comentado varias veces. La debería saber un docto en la materia.
Creo que México debe salir adelante y una forma cierta es logrando que su gente, la base de su sociedad, los que somos muchos, crezca como personas aprendiendo cosas nuevas y buenas. Siendo diestros en lo que hacen, estando capacitados para desarrollar la vida.
Se debe buscar la capacitación y adiestramiento de los trabajadores, creyendo que el capital humano es la principal fortaleza de México y pensando en lograr el cambio que se requiere, generando las acciones que lo conviertan en realidad.
Me gustaría conocer su opinión.
Vale la pena.
José Manuel Gómez Porchini.
Calmécac Asesores Profesionales S.C.
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