Ella estaba desesperada por arrancarlo de su ser mientras el se aferraba a cada palmo de su piel, ella deseaba apartarlo y él la tenia sometida a su lecho… los días eran fríos pero ella sentía que la temperatura estaba al máximo, los rayos del sol no se asomaban pero aún así el sudor recorría todo su cuerpo.
Así llego el día del amor, porque a pesar de todo ese era un amor, un amor enfermizo, pero al final amor donde el no puede vivir sin ella, quizá por eso ella quería salir corriendo pero desprenderlo de su cuerpo no podía, se sentía sin voluntad, le robaba el aliento, le nublaba la razón, la poseía y ella lo permitía sin poder hacer nada permanecía.
En la cama se retorcía, su cuerpo ardía, su espíritu se quebrantaba y su corazón se aceleraba, sus ojos se nublaban, el dolor le recordaba que ella era la culpable de lo que en ese momento sucedía.
El llego sigiloso, en silencio, poco a poco se fue apoderando de su cuerpo, ella con la voz entrecortada pedía que se alejara, mientras el cada día sometida la tenía en la cama.
Eso sucede cuando no se toman las medidas necesarias ante un peligro latente, cuando se piensa que nada va a suceder, que nada es capaz de doblegarnos, menos de arrastrarnos a una situación insana y llevarnos a la cama aunque no queramos.
Es un maldito que es capaz de hacer sentir como el escalofrió recorre todo el ser y te estremece, el que este contigo es motivo suficiente para que la temperatura aumente, la respiración se agite, el corazón se acelere, se nuble la mirada y casi te haga perder la razón.
En estos tiempos es un peligro ser cariñosa, no se puede abiertamente y sin protección demostrar amistad o amor, hasta un beso o un cálido abrazo puede ser suficiente para que se quede a tu lado y perturbe tu vida como una maldición.
Más vale ser consiente, no andar por la vida repartiendo besos, caricias, o abrazos, es mejor entender el verdadero significado de ellos y donde pueden entregarse o a quien, no sea que luego tengan que encontrarse con presencias extrañas que acechan, atrapan y dañan.
Por esa razón, ella lo encontró y al tenerlo sentía que moría, suplicaba que se alejara, rogaba a DIOS que desapareciera, ya no quería sentir su calor, su caricia, su sudor, sentía como el cuerpo sin fuerzas se quedaba cuando la poseía y entre sollozos maldecía el momento en que en su regazo por descuido o circunstancias de la vida caía, ella fue víctima de esa insana relación.
MARINA hoy cuenta la historia, dice que descanso cuando lo mató, pero sabe que hay muchas más que sufren lo que ella sufrió, advierte que se tenga cuidado porque el es un maldito que llega sin ser invitado, sin darte cuenta se instala contigo y sin permiso bajo tu piel puede estar metido durante las noches y los días.
Es el amante que nadie quiere tener, que llega cuando menos lo esperas, hasta te quiere arrancar la vida, es el virus de la influenza que año con año aparece y se fortalece, el que no respeta edad, sexo, color o religión.
Dicen los epidemiólogos que MARINA vivió para contarlo, que el virus de la influenza es altamente contagioso y peligroso, que no son exageradas las recomendaciones de no saludar de mano, beso o abrazo, que tampoco es bueno auto medicarse.
Le invitamos entonces a hacer lo conducente que es acudir de inmediato al medico, las sociedades deben de estar protegidas, sobretodo los niños, adultos mayores, mujeres embarazadas y todo aquel que tenga contacto con el publico, todos estos seres en riesgo deben de ser vacunado para evitar ser contagiados por este mal que puede incluso ser mortal.
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