Alejandro de Anda
LO CLARO. ¿De qué abonaría a la economía estatal estudiar y fomentar la educación acerca del aprovechamiento de tierras raras? Este nuevo estudio de minerales –como magnéticos y de otros talentos de apoyo a la tecnología moderna- se encuentran abundantes en China, Brasil o Rusia.
La respuesta es que se debe ser pertinente en todos los aspectos de la economía y preparación para lo que mueve al entorno.
Hay que adecuar el modelo de estudios al progreso de su hábitat.
Así es como la academia debe ser alineada en sus planes y estudios a las necesidades de las hélices económicas del desarrollo de su comarca y de su país.
La logística es el muy importante motor de crecimiento que abona y produce riqueza a Tamaulipas.
Así lo concibe la Universidad Autónoma de Tamaulipas en la suma de esfuerzos para la consecución de lo que será en breve el puerto seco interior a instalarse en el centro del Estado. Lo que contribuye grandemente a la diversificación económica y a la aceleración y crecimiento de las vías de comunicación. La UAT impulsa sus carreras afines a esta demanda y oferta.
LO OSCURO. La historia energética de México ha estado intrínsecamente ligada al petróleo, un recurso que desde siempre moldea la economía del país, así como su política y relaciones internacionales. Sin embargo, la transición hacia energías más limpias y sostenibles ha enfrentado numerosos retos y cambios en los últimos años, poniendo de manifiesto la necesidad urgente de un cambio en el paradigma energético.
Desde la nacionalización de la industria petrolera en 1938 bajo el mandato de Lázaro Cárdenas, el petróleo es considerado el pilar fundamental de la economía mexicana. Las reservas de petróleo impulsaron el crecimiento económico y permitieron la inversión en infraestructura y servicios públicos.
Pero esta dependencia también genera vulnerabilidades. Las fluctuaciones en los precios del petróleo y la creciente conciencia respecto a los impactos ambientales del uso de combustibles fósiles comienzan a cuestionar la sostenibilidad petrolífera.
A pesar de su importancia, el sector energético mexicano enfrenta importantes desafíos en su transición hacia energías renovables.
La economía mexicana sigue siendo altamente dependiente de los ingresos generados por la industria del petróleo, lo que limita la capacidad de inversión en fuentes de energía alternativas. La caída de la producción petrolera en los últimos años preocupa respecto a la estabilidad económica.
Las reformas energéticas de 2013 que abrieron el sector a la inversión privada y extranjera, generaron un camino hacia la diversificación energética. No obstante, la administración actual busca revertir estas reformas -favoreciendo el control estatal- lo que dificulta el crecimiento de energías limpias.
La construcción de infraestructura adecuada para soportar energías renovables, como parques eólicos y solares, es insuficiente. Las barreras burocráticas y la falta de financiamiento limitan el desarrollo de proyectos a gran escala.
El país tiene una abundancia de recursos naturales, como la energía solar y eólica que deben transformarse en fuentes significativas de energía. El desarrollo de estos recursos también genera muchos empleos y fomentan una economía más sostenible.
Proyectos de energía solar -como el parque solar de Villanueva en Coahuila-, han comenzado a despegar en los últimos años. Esas iniciativas ‘dan vida’ a la esperanza de una transición más acelerada hacia energías limpias.
México firmó acuerdos internacionales como el Acuerdo de París, que lo obligan a reducir sus emisiones de gases de efecto invernadero. Tales compromisos deben impulsar el cambio hacia energías limpias y sostenibles.
La creciente conciencia sobre el cambio climático y la necesidad de soluciones energéticas sostenibles ha llevado a un mayor apoyo social para el desarrollo de energías renovables, creando una presión adicional sobre el gobierno para adoptar políticas más proactivas.
La evolución del sector energético en México se encuentra en una encrucijada. El cambio de un modelo basado en el petróleo a uno más sostenible requiere una visión clara, inversiones estratégicas y un marco regulatorio coherente. La transición energética no solo es una oportunidad para diversificar la economía, sino también para combatir el cambio climático y avanzar hacia un futuro de mayor alcance de vida para quienes nos suceden.
En Estados Unidos, las políticas energéticas han estado cambiando en las últimas décadas, con un enfoque creciente en las energías renovables. Según la Energy Information Administration EIA, en 2022 las energías renovables representaron aproximadamente el 20% de la generación total de electricidad en el país, con una proyección de alcanzar hasta el 50% para 2030.
La Ley de Reducción de Inflación de ese país incluyó créditos fiscales para la energía solar y eólica, promoviendo su desarrollo. Por mencionar, se extendió el crédito fiscal a la energía solar al 30% de costo en instalaciones nuevas.
El camino no será fácil. La lucha entre el interés por conservar el petróleo como fuente principal de ingresos y la necesidad de adaptarse a un mundo energéticamente más responsable seguirá siendo un desafío. A pesar de eso, el esfuerzo conjunto de gobiernos, empresas y ciudadanos marcará una diferencia en el futuro energético de México, promoviendo un equilibrio entre desarrollo económico y sostenibilidad ambiental.
COLOFÓN: Según cifras de la Secretaría de Energía de México, en 2021, se reportaron pérdidas de aproximadamente $150,000 millones de pesos anuales debido al ‘huachicol’, razón fundamental para entender de inercias.
Veríamos –si es que sucede- robarle el aire al ‘huasteco’ o desviar los rayos solares con lupa, dado el caso…
No es de imaginarse, aunque sí posible, abanicos de Pedro Infante huachicolreos de energía. Cambiemos, por nuestros hijos.
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