Tampico.- El comercio tradicional en Tampico enfrenta una transformación forzada ante el auge del comercio electrónico, lo que ha obligado a muchos negocios a reducir operaciones, cerrar sucursales y recortar personal.
El expresidente del Consejo de Instituciones Empresariales del Sur de Tamaulipas (CIEST), Juan Ángel Paredes, advirtió que la competencia ya no está en la calle, sino en la red.
“Tenemos que adaptarnos al entorno digital lo más rápido posible si queremos seguir siendo competitivos. Ese es el camino, unos vamos más rápido y otros más lento, pero todos vamos hacia allá”, expresó.
Paredes señaló que existe una clara brecha generacional en la forma de hacer negocios. Mientras algunos empresarios, formados en la interacción directa con el cliente, resisten el cambio, las nuevas generaciones prefieren operar desde una bodega, vender por internet y automatizar procesos.
“Muchos jóvenes ya no quieren estar en un mostrador. Su visión de negocio es digital: vender, empacar, enviar… y escalar”, explicó.
Uno de los impactos más fuertes del cambio es la pérdida de empleos. Paredes ejemplificó que comercios que antes empleaban a 110 personas ahora apenas mantienen a 50.
“El comercio tradicional se está achicando, y ahí empieza el verdadero problema: ¿qué hacemos con la gente que se queda sin trabajo? Súmale los egresados de universidades que salen a un mercado laboral cada vez más estrecho. Si no se atiende, esto puede escalar a un problema social y de inseguridad”, advirtió.
Además, dijo que las reformas laborales recientes también están afectando a quienes aún operan bajo esquemas tradicionales.
“Nos están pegando justo a los negocios que tratamos de sobrevivir a la antigua. Hace 20 años no teníamos estas presiones. Hoy, la situación es más compleja. No queremos sonar fatalistas, pero el rumbo actual no está funcionando”, expresó.
El empresario subrayó que es urgente un diálogo abierto entre gobierno y sector productivo para evitar que estas tendencias terminen por debilitar al mercado nacional.
“Tendríamos que convertirnos en un país de revendedores, donde se compra fuera y se revende aquí. Eso es justo lo que se pretende evitar con el certificado de origen. El problema es que si seguimos en canales separados, sociedad por un lado y gobierno por otro, vamos a quedar fuera de competencia internacional”, señaló.
Paredes concluyó que una reforma laboral bien consensuada podría ser positiva, pero en las condiciones actuales es difícil que el sector empresarial la respalde.
“Nadie está en contra de mejorar las condiciones laborales. Pero necesitamos reglas que no asfixien al que genera empleo. Hoy no hay condiciones para aplaudir ni para sumarse a esa propuesta”, remató.
María Macías