Lunas de octubre

DE CULTURA Y MÁS…
Por Alejandro Capistrán

Capítulo II

La noche parecía joven mientras los dos amigos bebían y conversaban, y es que no todos los días alguno de los dos podía escaparse para relajarse un rato…

– Yo sé que no te gusta hablar de ella, Logan, pero¿cuándo irás a verla? Ella te necesita -. Entradas las copas, ambos solían hablar de más.

– Por favor, no comiences, aquí no estamos en tu consultorio, hablemos de otra cosa -. El periodista ya se había incomodado un poco.

– Quiero entenderte, amigo, pero es tu hija y sabiendo el lugar en donde está, ella te necesita demasiado, necesita a su padre-.

– ¡Cierra la boca! ¡¿Crees que no sé en dónde está?! ¡¿Crees que yo quise que la dejaran ahí?! Ella me quitó todo lo que yo tenía-. La exaltación por fin salió de lo más hondo de aquel ser humano. Zimmerman sólo se inmutó y lo observó estupefacto.

Logan se puso de pie, dejó dinero en la meza y salió del bar, Carl sólo lo vio partir sin decir ni una palabra.

La desdicha de aquel hombre era un torrente de sentimientos confusos e intangibles, poco se sabía del corazón y los misterios internos con los que luchaba Hugh Logan, y es que por un lado, una niña había matado al amor de su vida y por el otro, esa niña era su hija, ahora ya una jovencita… Todo un mundo derrumbado, una galaxia sin existencia donde el único ente con o sin vida era él y nadie más.

Realmente amaba a su hija, pero no podía acercarse a ella sin sentir aunque sea una pizca de rabia, por eso hacía años que no iba a verla al hospital psiquiátrico.

Era evidente que Carl Zimmerman había tocado un punto extremadamente sensible en el periodista, puesto que éste sólo se dedicó a conducir su harley por horas pensando, quizá divagando hasta que el alcohol se le bajó un poco.

Estando consciente y ya un poco más tranquilo, decidió irse a su departamento, pues ya eran pasadas las 3 de la madrugada…

Al llegar, lo único que hizo fue quitarse los zapatos y la camisa y se tumbó en la cama…

Las siguientes horas transcurrieron sumergido en un largo y profundo letargo y un sueño tan raro…

«Hugh se encontraba leyendo en el estudio de su antigua casa, de aquella casa abandonada por la tragedia que marcó y arruinó dos vidas para siempre. Mientras leía, también fumaba su pipa, pero un ruido lo distrajo, y es que provenía de la pequeña terraza donde en ocasiones solía dirigirse para mirar la hermosa luna en días de octubre, que dicen, siempre es la más hermosa…

Había un fuerte viento que movía a los arbustos, pero no tan fuerte como un viento normal, dirigió su mirada hacia arriba y no podía creer lo que estaba viendo…
Era un ángel, sí, un hermoso ángel que había venido en su auxilio.

La criatura bajó tranquilamente hasta quedar frente a él y se dio cuenta que no sólo era un ángel… Era su hija, Safie… Tenía un hermoso vestido rojo y sus alas eran negras, como si ella fuera un ángel de la muerte presagiando el apocalipsis…

Logan no podía creer lo que estaba frente a él…

– ¡Safie! ¿Qué está pasando? ¿Qué haces aquí? ¿Por qué tienes alas? -. Las interrogantes brotaban de aquel hombre que ya no estaba razonando por que se había olvidado por completo del raciocinio, sólo la tomó de los hombros, pero Safie no respondía, sólo lo miraba y le sonrió ligeramente…

Aquella criatura tomó a Logan del torzo y alzó el vuelo de inmediato, él se encontraba desprevenido…
– ¡Espera! ¡¿A dónde me llevas?!-.

Trató de calmarse un poco, y es que estando cerca de las nubes, el mundo se veía tan diferente, era tan hermoso sentir el viento en su rostro y de alguna manera se sentía libre, libre de toda aflicción, sentía que por fin las cadenas de su vida se rompían y se hacían añicos… el mundo era suyo, por fin… No tenía ni la más remota idea de a dónde se dirigía, pero créanme que en ese momento, no importaba para nada.

De pronto, aquél hermoso ángel paró el vuelo y bajó con cierta lentitud a Logan…
– ¿A dónde me trajiste? -.

Safie seguía sin responder a esa cuestión, pero sí dijo algo.
– Yo no maté a mamá -. dijo mientras señalaba un arbusto, el cual, Logan movió sus ramas para descubrir una lápida…
Palideció mientras leía el nombre escrito en aquella roca fría…

Hugh Logan
-¡¿Qué es esto, Safie?! -.
– Lo siento, papá, pero yo no maté a mamá-. las lágrimas brotaron de aquellos lindos ojos que solamente pedían perdón por algo que supuestamente no habían hecho.
Aquel hombre que en un principio se había sentido aliviado, ahora se sintió más desdichado escuchando el perdón de su hija y viendo el nombre de la próxima víctima de la muerte…»

Unos fuertes golpes en la puerta lo despertaron de aquel profundo sueño en el que se había sumergido el resto de la noche, pero ya era de día y tocaban a la puerta con mucha desesperación.
Hugh se levantó y abrió la puerta. Era Greta, su asistente… Una mujer muy hermosa que estaba perdidamente enamorada de su jefe. Era alta, piel aperlada, ojos grandes y hermosos, labios rojos y seductores, pero Logan no quería involucrarse emocionalmente con nadie…
– ¿En dónde has estado, Hugh? Hemos estado buscándote por horas-. le dijo la asistente entrando rápidamente al departamento.
-¿Quienes me han estado buscando y para qué? -.
– Yo y la policía, Logan, ha ocurrido algo terrible; encontraron muerto a Carl Zimmerman en tu antigua casa, donde… -. titubeó un instante…
– Donde ocurrió la tragedia-. finalizó…

Continuará….

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