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AL VUELO-Petroleros

(Este programa es público, ajeno a cualquier partido político. Queda prohibido el uso para fines distintos a los establecidos en el programa)


Por Pegaso
Estaba yo descansando en mi mullido cumulonimbus, poco antes de que se viniera el chaparrón de ayer, cuando me dí cuenta de un movimiento inusitado en un edificio sindical que se ubica en la colonia Aztlán.

Eran, por supuesto, los trabajadores petroleros que se arremolinaban en la entrada del recinto para poder votar a favor de su amo, digo, de su líder sindical Moisés Balderas Castillo, quien ya va por su tercer o cuarto trienio al frente de esa organización.

No me lo crean, pero dicen que el Moi y Federico Alanís Peña de CANACINTRA hicieron una apuesta para ver cuál de los dos dura más años al frente de sus respectivas agrupaciones.

En fin, decía que desde las alturas ví que aquello parecía un hormiguero. Tuve que hacer una maniobra suicida para no chocar con el helicóptero donde venían El Moi y el líder nacional del sindicato, Carlos Romero Deschamps, pero pude aterrizar y me dí cuenta de que todo ha cambiado para seguir igual, o en el idioma de Pegaso: «Se trata de la misma hembra del mamífero cuyo nombre científico es Felis familiarias, a excepción de que ésta ha sido pasada de un lado para otro por el suelo». (La misma gata, pero revolcada).

Al ver esta escena vinieron a mi mente mil y una imágenes de cuando yo era un pegaso bisoño, cuando hacía mis pininos en esto de la reporteada.

Yo no me explicaba porqué algunos de mis compañeros se peleaban la fuente del Sindicato Petrolero, hasta que me dí cuenta después de los grandes dispendios que hacían los líderes.

Era todo un acontecimiento cuando venía a Reynosa Joaquín Hernández Galicia «La Quina», porque era recibido como si fuera un mandatario. Se cerraban calles, se armaba un operativo de policía y tránsito y los gobernantes le rendían pleitesía, desde el titular del Ejecutivo Estatal hasta el presidente municipal.

Eran tiempos en que sólo ese sindicato tenía como canonjía, tan sólo en éste municipio, un diputado federal, un diputado local, dos regidores, un alcalde y un senador.

Los líderes petroleros eran superpoderosos, casi casi como cualquier jeque árabe. De hecho, los viajes que hacían La Quina y Chava Barragán a las Vegas o a las principales ciudades del mundo eran todo un espectáculo porque llevaban su propio séquito de servidores. Tanto así que hasta los envidiaba el Sha de Irán.

Aquí, cuando venían, repartían a manos llenas el dinero entre los «sacrificados» reporteros de la fuente, quienes lucían casi siempre ropa de buena marca, relojes de calidad, cinturones piteados y carros de modelo reciente.

Ante ellos, los novatos nos sentíamos realmente miserables.

Poco a poco ese poder fue menguando. El sindicato petrolero recibió un golpe durísimo cuando Carlos Salinas De Gortari llegó al poder y se llevó entre las patas a «La Quina» y a toda la ristra de cabrones que lo acompañaban.

Mucho tiempo después, Joaquín Hernández Galicia, ya sin el «Don», vino a Reynosa, como una figura simbólica, a inaugurar unas casas allá, por el rumbo de Jarachina Sur.

Un compañero periodista lo abordó para hacerle una entrevista y le hizo una pregunta donde usó su apodo, no su nombre.

Enojado con el reportero, el líder contestó: «¡Para usted soy Joaquín Hernández Galicia! Sólo a mis amigos les permito que me digan «La Quina» y usted no es mi amigo».

Así que, como dicen, genio y figura, hasta la sepultura.

Los tiempos pasados fueron de bonanza para el sindicato petrolero. Recuerdo que el tristemente célebre «Gato» Cerda se daba el lujo de tener todos los días fuera de su casa a una muchedumbre de transitorios esperando un contratito, por pequeño que fuera.

Miles de esos trabajadores eventuales realizaban trabajo esclavo, disfrazado como «militancia», un engendro de la mente maquiavélica de «La Quina» para que los interesados se ganaran un contrato o por lo menos, tener la esperanza de llegar a tenerlo.

Ahora, en la actualidad, las cosas son muy diferentes, pero todo sigue igual.

¿Contradictorio? ¡Para nada! El sindicato ha cambiado porque ya no derrocha carretadas de dinero al exterior, ya no embarra de dinero a los periodistas, o por lo menos, ya no a todos, ya no finca nuevas colonias, ya no hace toda la faramalla cuando un líder visita una ciudad.

Ahora son mucho más cerrados y todo lo hacen en lo oscurito.

Las organizaciones sindicales, como el STPRM, son cerradas, es decir, no tienen necesidad alguna de dar cuenta de sus asuntos a la prensa, al público o a las autoridades sino sólo a sus propios representados. Y como todo queda dentro, siguen incurriendo en acciones que violan las más elementales garantías de los trabajadores.

Para no irnos tan lejos, el día de ayer se llevó a cabo la Asamblea General Ordinaria donde se reeligió Moisés Balderas, avalado por el líder nacional Romero Deschamps.

La convocatoria se publicó, pero en forma tan restringida que sólo trascendió en las redes sociales cinco días después, es decir, ayer por la mañana.

Así que la disidencia ni pío dijo porque no se enteraron que habría elección. Y la «planilla blanca» de Moi arrasó.

Antes, los dirigentes petroleros eran unas rock stars y les gustaba aparecer en los periódicos. Ahora los evitan.

Antes, el líder tenía su residencia en Reynosa, ahora vive en una lujosa mansión en el Valle de Texas.

Antes, gastaban el dinero a carretadas, hoy lo clavan en cuentas de Islas Caimán o de algún otro paraíso fiscal.

Antes había trabajo esclavo. Hoy lo sigue habiendo, pero un tanto más disfrazado.

Por cierto, en la asamblea de ayer no se permitió la entrada de trabajadores transitorios a la asamblea porque no tienen voz y voto, pero fueron los encargados de barrer el confetti, los espantasuegras y los globos que quedaron tirados después de la algarabía.

Así que, todo ha cambiado para seguir igual en el sindicato petrolero.

Termino con el refrán estilo pegaso: «El individuo que es similar al macho adulto del mamífero cuyo nombre científico es Bos taurus, suele lamer el mango del instrumento utilizado para arar la tierra». (El que es buey, hasta la coyunda lame).

 

 

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